Sala Negra

Hoguera de amor

Día soleado de San Juan, comida con cuadrilla de amigos, y aparece Ampa con su amiga Beatriz, una chica de mediana estatura, media melena, risueña, guapa, amable, valiente, encantadora, buena conversadora… a la cual me presenta, y tras compartir un vermú muy grato y placentero, continuamos con la comida, para posteriormente ir al teatro de la plaza de Posadas. Allí tuvimos una conversación muy agradable en la que tuve la sensación de que saltó la primera chispa de amor.

Días después quedamos para compartir una cena popular, tipo sidrería, en la plaza de un pueblo, junto a unas 150 personas. Beatriz y yo compartimos mesa y mantel, no paramos de hablar y reír y surgió una gran conexión entre ambos. El tiempo se había parado y estábamos solos en la plaza.

En los siguientes días comenzamos a conversar telefónicamente, paseábamos por parques y prados y “cariñoseábamos”, prueba de que nuestros sentimientos eran cada vez más intensos, y de que la chispa de nuestro amor se iba convirtiendo en una hoguera muy potente.

Desde entonces compartimos la obra de teatro más especial, propia de la SALA NEGRA, la consolidación definitiva de nuestro gran amor. El teatro une, POR Y PARA SIEMPRE.

Pol Pelaire