Un declive muy poético
Lo malo no fue encontrarme allí contigo.
Lo malo fue tomar la decisión de quedarme.
Aunque, también, lo malo fue creer que podía soñar que los sueños eran algo más que una frustración con la que aprender a convivir.
Recitaste nuestro declive en aquel Poetry Slam.
Recitaste sobre la humedad bajando por tus ingles cuando aún me deseabas.
Recitaste sobre mis ojeras quemadas por la sal cuando aún ni siquiera habías llegado a decir «lo siento». Recitaste sobre esas malditas cartas de amor desde el sur cuando aún…
Y sobre mi inseguridad; que destruyó lo que podría haber sido.
La seguridad de quien puede elegir. Sí, eso es. Lo hacías con la seguridad de quien puede elegir. Lo hacías con la frialdad de quien ha dejado de sentir, y con la calidez de quien no ha olvidado cómo hacerlo.
Lucías tu hacer en el escenario de «La Negra». Alguien te había ido a ver, y esta vez no era yo.
Lo sé porque me quedé. Me quedé en un rincón. Un rincón desde donde aún puedo escuchar cómo recitas nuestro declive.
K. S. Ferndale