El poeta de Tinder
La primera cita que he tenido en mi vida con un chico la tuve en Sala Negra. Tras descubrir que teníamos la poesía en común me armé de valor y le propuse ir al Poetry Slam, como apenas nos conocíamos, pensaba que no querría, pero aceptó encantado, aunque me dijo que llegaría tarde al espectáculo, por lo que fui sola. Al llegar, me senté en una mesa vacía. Una mujer me pidió sentarse, hicimos migas, y estuvimos hablando hasta que llegó mi cita, y me sorprendí al ver que se conocían, estuvimos los tres un rato charlando, y después ella nos dejó solos. Él se mostró sorprendido de que nos conociésemos, y al hablar de ella, me dijo mal su nombre, había notado complicidad entre ellos y me extrañó la equivocación.
A los meses y cuando ya quedó patente que la cosa no funcionaba, y habiendo averiguado que era dado a líos de faldas, me contó que la conocía de Tinder, y tras varias citas, nos había encontrado juntos y había dejado de hablarle, pensé en lo extraño que resulta el amor moderno, en cómo podía arrepentirse tanto de haberla perdido sin llegar a saber su nombre.
Rutxi