Amor y bambalinas
Martita se afanaba en cumplir su misión. Su papel en la obra era muy importante. Tenía instrucciones de seguir cada diálogo, por si se olvidaban parte del texto, o de salvar imprevistos en el escenario.
Ese día se representaba una breve tragicomedia. Al comenzar, la protagonista resbaló dañándose el tobillo. Martita entró en escena ayudándole a sentarse en una de las sillas de atrezo; podía hacer su papel sentada. «Las miradas de las dos se encontraron» El público incorporándolo a la obra rió. En un momento dado Martita advirtió, que una de las intérpretes debía llevar flores frescas en una cesta y la cargaba vacía. Le chistó para que se acercase, tenía reservadas unas de plástico. Los espectadores al ver la cabeza de Martita tras las cortinas, esta vez, rieron a carcajadas.
«Ella solo quería que acabase la función para volver a recrearse en sus ojos»
La obra llegaba a su fin con el público muy entregado. La protagonista intentó levantarse pero no pudo. Martita volvió al escenario ayudándole a salir. En el camerino le puso un poco de hielo en el tobillo. Las miradas se mantuvieron seguidas de un largo beso.
Entre la protagonista y Martita comenzaba otra historia.
Peluchina