El show debe continuar
«Lo tuyo es puro teatro», fue lo que ella me dijo cuando me senté a su lado y, zalamero, le imploré una cita. Aspavientos aparte, le solté una sarta de tópicos que le arrancaron una sonrisa, «bravo, ―pensé―, ¿acaso no es eso lo que buscan las mujeres, un hombre que las haga reir?». Estábamos viendo una obra de teatro muy triste sobre los estragos de la rutina en la vida conyugal y creo que eso me ayudó mucho, además de mi indudable encanto personal, por supuesto. Mi histrionismo a veces me había jugado malas pasadas, pero como yo percibía su interés en mí, le di rienda suelta, soltando pamplinas sin control. Todo ello aderezado con espasmódicos movimientos de manos para refutar mis descabelladas afirmaciones. Menos mal que estábamos en la última fila de la Sala Negra, porque si no nos habrían echado sin contemplaciones. Cuando deslizó su tarjeta dejándola al lado de mi copa pensé que moriría de amor allí mismo, ¿sería su número de teléfono? Cuando leí “Noelia Narros. Agente teatral” mi corazón roto y yo nos mudamos a otra mesa. «El show debe continuar» pensé, ajeno por completo al desaliento.
Mapache