La nada
Hay algo que provoca más terror que la infinidad del mar, más angustia que esa desconocida masa enorme de agua, más pavor que cualquier criatura surgida del abismo. No tiene los dientes de un tiburón, ni las garras de una langosta o la gruesa piel de una manta. Tampoco el aguijón de una medusa de caja ni la fuerza de una orca. Pero destruye solo con mirar, genera vacío, instaura la nada. El amor, portador de rumores de muy mala catadura, se mueve entre la verdad y la mentira, aleteando sus alas de águila para confundir. El amor es lo menos fiable que existe. Sabe cómo proveerse de instrumentos y armas mortíferas que cumplen la función de dientes, garras, aguijones y piel con más eficacia que cualquier simple mecanismo animal. Contra su destrucción no cabe rezar. Ni siquiera la esperanza ayuda. Tan solo queda esperar a que el azul del mar se torne negro. Negro de terror, desierto negro, negro desolado, pavor negro.
Ebro