Venecia, my love
Un fortuito encuentro en la Sala Negra de Logroño acrisoló su amor. Decidieron celebrarlo viajando a Venecia. Quiso María al llegar dar un paseo en góndola, vagar al atardecer por el Carnareggio y abrir su alma a nuevos horizontes. La primera noche en el Hotel Danielli sobre el Gran Canal, abrazaron sus cuerpos como quien declama versos hasta que María se quedó dormida.
Al clarear el día se levantó silenciosamente. Para no despertarla acarició su piel con la mirada. La luna había depositado en su espalda un aura de indefinible magnetismo. Tras la ventana el sol se abría paso haciendo brillar en su cuerpo un sudor más suave que el silencio, más delgado que el aire. Recordó su venturoso encuentro en aquel teatro logroñés. Cubrió con la sábana sus muslos de nácar y rozó con sus dedos de nieve sus jóvenes y turgentes pechos. Se inclinó sobre ella y besó sus labios. María abrió los ojos y sonrió.
— Enseguida vuelvo. Vístete, desayunaremos y recorreremos luego la ciudad.
—Te esperaré —respondió María.
Al atravesar el suntuoso hall del hotel, el recepcionista le saludó.
— Bon giorno signorina Graciela. ¿Usted y su amiga han dormito bene?
Lucas María Morente